Nadie

"El diablo no es más que una creación bochornosa de nuestra mente... O al menos eso es lo que dijeron las voces en mi cabeza."


Estaba en medio de una oscuridad absoluta, caminaba entre lo que creí eran hojas secas, las mismas se hacían pedazos con cada paso que daba y crujían de una manera tan fuerte que temí atrajeran la atención de algo que tal vez no pudiera ver, no pudiera defenderme o simplemente no pudiera huir.

Continué caminando a ciegas con mis brazos extendidos moviéndolos de un lado otro buscando algo que detuviera mis pasos para poder guiarme o al menos me indicara que el lugar donde estaba tenia un principio o un fin. No sucedía nada, seguía andando y andando, con cada paso que daba dejaba atrás un suspiro y un dejo de cansancio, entre el afán de hallar pronto algo, empecé a gastar de manera desmedida todas mis fuerzas y el cuerpo sin mas empezaba a pasarme factura; no quería parar pero sentía que era necesario, algo me decía que simplemente lo hiciera, así que decidí parar lentamente, doble mis rodillas y con los brazos nuevamente extendidos me asegure de poderme sentar bien y con el cuidado que viene al caso me acosté, no sabia si mis ojos estaban abiertos o cerrados debido a la oscuridad que me rodeaba y lentamente empecé a descansar. 

Crack crack crack...


¿Qué sucede? Fueron las primeras palabras que vinieron a mi cabeza, ¿de donde provienen esos ruidos? ¿Que tan lejos están? Por el momento no se que sean o que los produzca, lo único que sinceramente se es que no quiero descubrirlo, no aún. Mis ojos todavía no deslumbraban algo que me permitiera ubicarme, en aquel lugar no existen estrellas, ni soles, ni lunas y no recuerdo como llegue aquí lo cual es curioso porque en el tiempo que llevo deambulando no me lo había preguntado. 


El último recuerdo que tengo es estar corriendo, huyendo de algo que bien podría decir no había visto jamas en mi vida. Aquella espantosa cosa media al menos tres metros de alto y su envergadura podría compararse con la de cuatro autos puestos en fila. Esa bestia apareció de la nada justo cuando estaba pasando enfrente de una iglesia, salió de su interior atravesando las ventanas y destruyendo parte de su estructura como si simplemente fueran piezas de lego puestas una encima de otra; en sus garras llevaba algo de oro, una pieza de aproximadamente unos ochenta centímetros de alto y su peso superaría los veinte kilos. 


De manera extraña sus ojos se posaron en mi como si fuese un objeto de valor, como si algo de mi o simplemente mi presencia hubiese intervenido en sus acciones, así que sin más se lanzó en picada; decidido entonces empecé a correr como nunca lo había hecho, andaba a grandes zancadas esquivando vehículos, hidrantes, atravesé un parque logrando llegar a los arbustos que supuse me esconderían o al menos evitarían que esa criatura llegara a alcanzarme de una manera mas fácil.   


Pero de haber sabido que terminaría acá en medio de la nada tal vez lo hubiese permitido. 




Continuará...





Keven M. Chaparro B. - Todos los derechos reservados - 2015

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